domingo, 13 de junio de 2010

TERUEL OCULTO

SILOS DE LA AVENIDA DE AMÉRICA

En 1987 se localizaron una veintena de silos excavados en las gravas, en un espolón situado sobre la Vega del Turia, en El Ensanche. Dentro de ellos aparecieron cerámicas ibéricas, romanas e islámicas, además de tres puñales de hierro, carbones, caracoles, cáscaras de huevo, huesos de cordero y cerdo. El carbono 14 permitió datar el abandono de los silos hacia el año 790 de nuestra Era.

TORREÓN SEPTENTRIONAL DEL PORTAL DE ZARAGOZA

En 1994 se descubrieron los restos de una de las torres que flanqueaban el Portal de Zaragoza (finales s. XIV) y de cuatro fases constructivas de la muralla (ss. XIII -XV). Éste era uno de los principales accesos a la Ciudad, citado en el Fuero de Teruel. Se conservan numerosos tramos de las murallas de Teruel, en su mayor parte ocultos por viviendas construidas durante los dos últimos siglos.

EL CEMENTERIO JUDÍO

Se localizaron catorce tumbas, algunas de ellas pertenecientes a personajes de alto nivel económico, como se deduce del ajuar: anillos-sello de oro, sortijas de plata (algunos de ellos con una perla), alfileres de bronce, cuentas de collar, objetos de vidrio, etc. además de restos de recipientes cerámicos y clavos pertenecientes a los féretros.

RESTOS DE UNA EPIDEMIA

Parte de los recipientes cerámicos que aparecieron en una arqueta aséptica, posiblemente sellada tras haber sido arrojados. La coetanidad de la mayor parte de las piezas, su buen estado de conservación y la aparente unidad del conjunto (formado por 18 piezas de mesa, 7 de cocina y 3 de almacenaje) permiten considerar el hallazgo como fruto del abandono de todo un ajuar doméstico de una familia afectada por una de las epidemias de peste de inicios del siglo XVI.

HANUKKIYYA

Objeto ritual judío, datado en los ss. XIII - XIV, compuesto por ocho candilejas (que representan otros tantos días festivos) y una novena para depositar aceite. Se utilizaba en el Hannukkab (Fiesta de las Luces), en diciembre. Cerca del solar en el que se encontró esta pieza, se excavaron los bajos de un edificio público judío, con pilares y arquerías, que podría corresponder a una de las dos sinagogas documentadas en Teruel.

UN PASEO POR LA CIUDAD

La actual configuración de Teruel es el complejo resultado de más de ocho siglos de Historia. Desde su fundación en 1171, junto a las ruinas de una población musulmana (Tirwal, citado desde 935; centro de un distrito de la cora de Santaver), casi cuarenta generaciones de turolenses han habitado esta Villa. Durante su agitada historia, con no pocos episodios bélicos, su configuración urbana ha variado sensiblemente. Aunque la mayor parte del trazado vial podría remontarse al último cuarto del s. XII, la estructura más antigua visible data del 1257-58 (Torre de la Catedral).

Bajo la Ciudad actual subyacen restos mucho más antiguos, que poco a poco son estudiados por los arqueólogos, de forma paralela a la acelerada renovación arquitectónica de los últimos años. Algunos de los restos exhumados nos hablan de los primeros momentos de la ocupación humana de este territorio, como el colmillo de elefante y los instrumentos líticos de la "Cuesta de la Bajada"; éstos proceden de una antigua ciénaga, que estuvo situada junto al río Alfambra cuando este discurría a 50 o 60 m. por encima de su curso actual, durante el Paleolítico Medio Antiguo. Otros restos son más recientes, como los materiales ibéricos y romanos de la Avda. de América.

Sin embargo, el primitivo enclave musulmán se resiste a ser localizado. En ninguna de las excavaciones arqueológicas efectuadas en el casco antiguo de la Ciudad se han detectado restos de este momento. Únicamente en la Avda. de América, en el Ensanche, se hallaron veinte silos de finales del s. VIII.

Más abundantes son los restos del Teruel cristiano descubiertos en las excavaciones arqueológicas. Alguno de ellos tiene un carácter monumental, como el gran edificio, posiblemente público, hallado bajo la Plaza de la Judería (ss. XIII a XV); el Portal de Zaragoza (ss. XIII - XVIII) flanqueado por sendos torreones, uno de los cuales posee cuerpo inferior en talud y aparejo de buena factura; el antiguo Ayuntamiento (ss. XV al XIX), que estaba bajo la actual Escuela de Hostelería de Aragón, que aportó una importante colección de azulejos decorados, presumiblemente de la Sala Consistorial; los restos del antiguo Hospital y de la Iglesia de San Juan, bajo la plaza homónima (ss. XIII a XX); las posibles estructuras defensivas del flanco sur de la Ciudad, sepultadas por hasta 7 metros de escombro (ss. XIII a XV).

El Teruel subterráneo esconde aún muchos restos arqueológicos que podrían ver la luz en los próximos años. De algunos se conoce su ubicación aproximada; la Mezquita y el Pozo de los Moros, en la Plaza del Seminario; el Palacio del Rey, bajo el Monasterio de Santa Clara; la Iglesia de Santiago, frente a Correos, etc. De otros, únicamente sabemos su existencia, como es el caso de los Baños.

Pero, la estructura arqueológica más extensa y compleja de las existentes bajo el subsuelo de la Ciudad, es la traída de aguas iniciada por Pierres Vedel en 1537 y que no se completará hasta 1580. Referenciada documentalmente, es una gran desconocida, en la mayor parte de su trazado, a nivel arqueológico y técnico. En ella se compaginan los elementos visibles y monumentales (como el Acueducto de los Arcos), con los ocultos y netamente funcionales (más del 95% de su trazado). Se trata del auténtico paradigma del Teruel Subterráneo, síntesis de los elementos visibles y ocultos de la Ciudad.

El agua, elemento vital, ha sido, desde siempre, un tema de preocupación. Necesaria en la alimentación humana y animal, en el riego de huertas y como fuerza motriz para molinos y batanes, el Fuero de Teruel (otorgado en 1177 y completado hasta 1247) trasluce esta inquietud. El uso y disfrute del líquido elemento será uno de los privilegios concedidos a los vecinos de Teruel. En el Fuero se regularán numerosos aspectos vinculados con el agua en el agro (riegos, molinos, pesca fluvial) y en el ámbito urbano. Dentro de este último, es interesante señalar las disposiciones sobre el baño público, cuyo uso se reservaba cinco días a la semana para los cristianos (tres a los hombres y dos a las mujeres), mientras que a moros y judíos únicamente se les dejaba acceder los viernes.

Pero Teruel se asienta sobre una terraza del río Turia, a 40 metros sobre su cauce. Carece de surgencias naturales de entidad en el interior de su recinto murado y el nivel freático se sitúa a cierta profundidad. El precario suministro de agua para la Villa se centralizará, durante la Edad Media, en los dos aljibes existentes bajo la Plaza del Torico, cuya accidentada reparación costó la vida a 23 personas el 30-10-1375. También pudo existir algún pozo (como el Pozo de los Moros, documentado en 1445), pero su producción difícilmente cubriría las necesidades de la Villa.

Entre 1537 y 1580 se construirá la traída de aguas de la Ciudad. Esta obra, iniciada por Pierres Vedel, debe enmarcarse en el contexto de las grandes obras hidráulicas realizadas en Aragón durante el s. XVI (la Mina de Daroca, obra, igualmente, de Vedel; la presa de Gallur, la acequia de Tauste, nuevos azudes en Caspe, reforma o recuperación de los regadíos de Alcañiz, Barbastro).

La conducción de aguas parte de la Peña del Macho, alcanzando Los Arcos tras más de 5200 varas de recorrido (unos 4 Km.), jalonados por 140 arcas. Debe salvar varias ramblas, lo que complicará sensiblemente su trazado. El último gran obstáculo, el profundo barranco que delimita el núcleo principal de la Ciudad por el NO, los franquea gracias a Los Arcos; éste posiblemente sea el principal acueducto renacentista español y la obra más destacada de Pierres Vedel, que emulará a las obras hidráulicas romanas. La doble funcionalidad de este elemento, acueducto y viaducto a un tiempo, se suele atribuir a una vieja disposición foral, que determinaba la habilitación de un puente, si el Concejo lo consideraba oportuno, inserto en la obra de todo acueducto que se construyera (Sciendum vero est quod quicumque calicem sive aqueductum fecerit, ipsemet debet in eo pontem facere, si fuerit, ipsement debet in eo pontem facere" FT, 037410-037440). No obstante, es preciso tener en cuenta que dicha disposición se enmarca en el contexto de la normativa de construcción de molinos, pudiendo obedecer la habilitación de un viaducto en Los Arcos a un deseo de facilitar la comunicación de los Arrabales con la Ciudad, más que a una disposición dictada tres siglos antes.

Una vez en la Ciudad, este complejo laberinto subterráneo dibuja lo que fue el Teruel del s. XVI. El suministro de agua alcanzó los puntos más destacados de la Ciudad, siempre que los desniveles internos de la misma lo permitieron. Se instalaron fuentes en las principales plazas y junto a la mayor parte de las Iglesias: Fuente de Juan Pérez (Plaza de la Comunidad), de San Miguel, de la Plaza Mayor, del Fosal de San Salvador, de San Andrés, de San Juan, de Santa María y Fuente de Santiago. Algunos edificios contaban con fuente propia, como el Fuerte, el Convento de los Trinitarios y el Convento de Santa Clara, o una "fregadera", como el Hospital. La práctica totalidad de las fuentes han desaparecido en el devenir del tiempo; la única conservada es la que se encuentra adosada a la Casa del Deán, en la Plaza de la Catedral; se trata de la antigua Fuente del Arrabal, que sustituyó a la original Fuente de Santa María.

Otros elementos destacados en esta compleja obra de ingeniería serán el dispositivo de limpieza de la red mediante desvío de la corriente de agua (arca nº 100) y el arca principal desde la que se distribuía el agua, cerca del Portal de Zaragoza.